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Historia

Un poco de historia

El magnífico edificio madrileño que alberga nuestro Istituto di Cultura, conocido popularmente como Palacio de Abrantes, se alza en pleno centro histórico de la ciudad, en la reducida zona conocida como el “Madrid de los Austrias”, y que corresponde a la pequeña villa que fue capital con la dinastía de los Habsburgo, desde la época de Carlos V hasta el advenimiento de los Borbones a comienzos del siglo XVIII.

En las cercanías se levanta el Palacio Real y justo enfrente la Catedral de la Almudena. Además el edificio se relaciona en cierta manera con la historia más antigua de Madrid, puesto que, según algunas fuentes, uno de sus muros se apoya sobre el lado septentrional de la fortificación de la ciudad de Magerit, fundada por los Árabes en el siglo IX d.C.

El palacio data de 1652, cuando Don Juan de Valencia el Infante – un noble que desempeñaba el singular cargo de «Espía Mayor del Consejo Secreto de Su Majestad» – adquirió y juntó cinco casas contiguas que se levantaban en esta área, para construirse un palacete. El edificio pasó muy pronto (1656) a manos de D. Antonio de Valdés y Osorio, caballero de Alcántara bajo el reinado de Felipe IV. Pero ya en 1669 el edificio pasó a ser propiedad del Marqués de Alcañices, cambiando sucesiva y frecuentemente de propietarios hasta llegar a la pequeña nobleza local, normalmente sin dinero y necesitada. Por este motivo, durante el siglo XVIII y parte del XIX el interior del palacio fue subdividido, alquilado e incluso destinado a alojar a la servidumbre.

En 1842 los duques de Abrantes adquirieron el inmueble y lo restauraron, dándole en parte la fisionomía que éste presenta en la actualidad y el nombre con el que se le conoce. Por otra parte, acontecimientos políticos adversos obligaron a los duques a deshacerse nuevamente del palacio en 1874. Fue entonces cuando lo compró el senador progresista Manuel María de Santa Ana para establecer la sede de la redacción del periódico «La Correspondencia de España».

En 1888 el nuevo propietario del diario, Ignacio Escobar, lo vendió al Gobierno italiano que lo convirtió en sede de su Embajada. El embajador que lo adquirió, el conde Giuseppe Tornielli-Brusati, y su sucesor, el barón Renzis di Montano, se encargaron de reestructurar el interior del edificio y de restaurar y embellecer, incluso con pinturas, las fachadas exteriores; se suprimieron los dos torreones de las esquinas, en estado ruinoso, y que hasta entonces habían adornado las dos alas de la fachada principal.

Durante la Guerra Civil española el edificio fue ocupado por los batallones italianos de las Brigadas Internacionales y sufrió algunos daños, sobre todo como consecuencia de los violentos combates que se produjeron al final de la contienda en las cercanías del Palacio Real. El posterior traslado de la Embajada a una zona más tranquila, en el barrio de Salamanca, hizo que en 1939 el Palacio de Abrantes pasara a ser una sede espléndida para el recién creado Istituto Italiano di Cultura.

Desde entonces, este edificio se ha convertido en una animada isla cultural italiana y en uno de los palacios más bellos y antiguos de Madrid.

Perspectivas
  • ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA

    Como todo edificio ultra centenario, y más aún al estar situado en el corazón del centro histórico de la ciudad, el Palacio de Abrantes es el lugar en torno al cual se desarrollan o en el que han acaecido muchos de los hechos que animan el imaginario de sus ya numerosos apasionados o que deseen descubrir Madrid.

    Como recuerda la placa situada en la esquina de la Calle de la Almudena, en el solar sobre el que se erigieron los cimientos del palacio, surgía la casa de la noble Ana de Mendoza y de la Cerda, que ha pasado a la historia como la Princesa de Éboli. Ambiciosa y de gran influencia, fue arrestada por orden del Rey Felipe II acusándola de conspiración y por tanto peligrosa para el trono; la Princesa de Éboli mantiene vivo aún su atractivo en el imaginario de estudiosos y curiosos: se cuenta que su fantasma aún deambula por la zona (palacio incluido), tal vez en busca de aquellos pasajes subterráneos que solía utilizar para llegar en secreto hasta el Palacio Real.

    En la misma Calle de la Almudena, yendo hacia la Calle Mayor, se encuentran los restos de Santa María de la Almudena, una de las iglesias más antiguas de Madrid construidas tras la conquista de la ciudad a los árabes.

    Se cuenta que desde este Palacio el hijo de los Duques de Abrantes, el Marqués de Sardoal, alcalde y presidente de la Diputación de Madrid, defendió arduamente a la Primera República española, y posiblemente este fuera el motivo por el que el edificio fue vendido con la restauración de la monarquía.

    Llegando a un momento más reciente de la historia, y a pocos pasos de nosotros, se encuentra la estatua de un ángel: se trata del monumento en recuerdo de las víctimas del atentado anarquista contra el Rey Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia de Battemberg. Era el año 1906, y la pareja real, apena desposada, se dirigía hacia el Palacio Real tras la ceremonia que tuvo lugar en la Iglesia de San Jerónimo. La bomba rebotó sobre la carroza, dejando ilesos a la pareja real, pero matando o hiriendo a muchas personas del cortejo festivo.

    Se trate de hechos históricos o leyendas, enriquecidos siempre por la fantasía de los narradores, los relatos que envuelven al Palacio de Abrantes confirman su protagonismo en la centenaria y rica historia de la ciudad y de España. Nos llena de orgullo ver a grupos de turistas detenerse ante nuestro edificio y oír al guía decir “esta es la sede del Istituto Italiano di Cultura”: nosotros también formamos parte del pasado y del presente de esta ciudad.